Los trabajos extraescolares siempre han sido un peldaño tradicional en el crecimiento y desarrollo de los adolescentes. A muchos padres les resulta cada vez más difícil compaginar los horarios de sus hijos con las actividades deportivas y artísticas. Muchos estudiantes también participan en programas de escultismo, de la FFA o religiosos. Los institutos suelen exigir horas de voluntariado cada semestre; los estudiantes que van a la universidad no serán tenidos en cuenta si no cumplen las horas de voluntariado. Sin apenas tiempo para ponerse al día en familia, ¿deberían los padres animar a sus hijos adolescentes a conseguir un trabajo?
De hecho, la tradición tiene su peso. Aparte de ganar dinero y hacerse autosuficiente, el hecho de que un adolescente trabaje tiene numerosas ventajas. La adolescencia es una época de transición, y trabajar ayuda a los adolescentes a pulir sus habilidades y fijar sus objetivos futuros.
Razones por las que los Adolescentes Deberían Trabajar.
- Fomenta una comprensión temprana de las finanzas básicas y un creciente sentido de la independencia.
Los niños molestan constantemente a sus padres para que les compren cosas que quieren de improviso. Carecen de perspectiva para comprender el precio de compra o la conveniencia del artículo que tanto desean en ese momento. A medida que los niños maduran, es importante que aprendan a respetar el valor del dinero y la disciplina del ahorro.
Nada enseña más a un adolescente sobre el dinero y el verdadero valor de las cosas que compra que tener que gastar su propio dinero para conseguir lo que quiere. Las semanas o meses de ahorro, la paciencia necesaria y el sacrificio de otras compras por el camino. Esta lección crucial les prepara para su futuro como adultos responsables capaces de retrasar la gratificación y desenvolverse bien en el mundo de los adultos.
- Aumenta la autoestima.
La lucha contra la falta de autoconfianza, sobre todo en situaciones desconocidas, forma parte de la adolescencia. A medida que envejecemos, aprendemos a tolerar la ansiedad para completar una tarea o una actividad. En cambio, la primera reacción de un adolescente puede ser la evasión.
Tener un trabajo significa que un joven se encontrará con tareas desafiantes y algunas situaciones intimidantes, sobre todo al principio. Sin embargo, la evasión en el trabajo no suele ser una opción. La mayoría de las personas descubren que la ansiedad desaparece una vez que se han acostumbrado a una situación concreta o han aprendido una tarea específica y la han realizado unas cuantas veces. Al perseverar, se dotan de una nueva habilidad.
- Le abre nuevas puertas.
Desde la perspectiva de un adolescente, tener un trabajo ofrece un mundo de oportunidades y puede fomentar una nueva sensación de libertad.
Cuando los artículos de la lista de deseos de un adolescente cuestan mucho más de lo que cubre su paga, conseguir su primer trabajo puede ayudar a aliviar este problema. Pueden gastar su dinero en cosas que sus padres podrían considerar frívolas o que su familia sencillamente no puede permitirse.
Pueden hacer malabarismos con sus propias prioridades de gasto: entradas para conciertos y películas, esos zapatos y ropa de moda, o ahorrar para la universidad, los viajes y un auto. Pueden decir “sí” a las invitaciones sociales sin tener que pedir a sus padres que paguen la cuenta. Es una muestra de independencia, atemperada con responsabilidad.
- Les hace aprender sobre el mundo real.
Cuando los adolescentes empiezan a trabajar, reciben un curso intensivo sobre los altibajos del mundo real. Aprenden a juzgar el carácter y a detectar la falta de honradez. Aprenden a recuperarse de los errores y las decepciones. Saborean la dulzura y la amargura del mundo natural y empiezan a aceptarlo.
Durante esta etapa, los adolescentes maduran rápidamente por sí mismos. Aprenden a pagar sus cuentas, a arreglarse, a vestirse profesionalmente y a mantener una buena salud.
- Crecen en responsabilidad.
La confianza no se consigue fácilmente y hay que ganársela con constancia a lo largo del tiempo. Todos los adolescentes deben hacerse responsables en algún momento de su vida. Deben aceptar la responsabilidad de sus propios actos y empezar a ocuparse de sus propias necesidades.
Los adolescentes aprenden a asumir responsabilidades más rápidamente cuando trabajan. Obtienen recompensas por el trabajo bien hecho, se enfrentan a la crítica por los errores y descubren en quién pueden confiar y en quién no. Como resultado, llegan a ser responsables de sí mismos antes de asumir todas las responsabilidades de la edad adulta.
No Funciona Igual Para Todos
Los adolescentes están sometidos a mucha presión, sobre todo en el instituto, y el estrés añadido del trabajo puede suponer una carga sobre sus hombros que les resulte difícil de soportar. Para algunos estudiantes, ya es bastante difícil hacer frente a las tensiones relacionadas con la escuela sin tener que lidiar con un drenaje adicional de su energía y concentración.
Aunque trabajar unas pocas horas a la semana parece tener poco efecto sobre los adolescentes y sus deberes escolares. Los estudios demuestran que cuando las horas de trabajo superan las 20 semanales, la asistencia a clase y las notas se resienten. Algunos estudios han demostrado que trabajar más de 20 horas semanales puede aumentar la incidencia del abuso de drogas y alcohol.
Otro problema de los adolescentes en el trabajo es que suelen ser ingenuos e inexpertos, lo que les hace vulnerables al trato injusto y la explotación por parte de los empleadores.
Se ve muy bien en el currículum
A largo plazo, tener experiencia laboral en su currículum es beneficioso a la hora de solicitar futuras oportunidades, ya sea otro trabajo, unas prácticas o un curso de estudios. Denota a un joven ingenioso, autosuficiente y motivado que será un activo para una empresa o institución.
Cuando un adolescente acepta un trabajo, sigue siendo responsabilidad de sus padres vigilarle. Los padres deben investigar y observar para asegurarse de que sus condiciones laborales son justas, y dejar claro a su hijo adolescente que debe ser tratado con dignidad. Los adolescentes deben aprender a distinguir entre alguien que es su jefe y alguien que se aprovecha de ellos; como padre, usted puede ayudarles a distinguir la diferencia.
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